Un orgasmo frente a frente

Yo, como hombre, empiezo a sentir una corriente de anticipación recorriendo mi cuerpo cuando pienso en lo que está por venir. Mis pulsaciones aumentan a medida que la excitación crece dentro de mí, siento un hormigueo de energía en la base de mi miembro. Mi cuerpo se tensa y la anticipación se convierte en urgencia, una necesidad primordial de liberación.

Por otro lado, como mujer, la excitación se eleva lentamente. La anticipación genera una sensación de humedad y a medida que la tensión aumenta, un deseo de ser tocada, estimulada. El clímax no viene tan rápido para mí, es un ascenso gradual, aumentando, intensificándose con cada caricia, cada roce.

A medida que nos adentramos más en el acto, las sensaciones del orgasmo empiezan a burbujear. Para mí, hombre, es un embate de intensa liberación. Es como si una presión acumulada estuviera a punto de explotar. Mi respiración vuelve ruidosa y descontrolada, y la tensión de mi cuerpo alcanza su punto máximo.

Mientras que para mí, mujer, siento una ola que se acerca poco a poco, un calor que se propaga desde mi centro hacia el resto de mi cuerpo. Mi corazón late contra mi pecho, la respiración es rápida, y la sensación de placer va aumentando poco a poco, se intensifica hasta llegar a un punto de no retorno.

Y luego, lo más glorioso de todo, el orgasmo. Para él, es como una serie de intensas y placenteras contracciones que irrumpen desde el centro de su cuerpo. Para ella, es un grito silencioso de liberación, una serie de olas de placer que se suceden una tras otra, inundando cada célula de su cuerpo. La sensación de palpitante de satisfacción, de haber cruzado un pico de intenso placer, inunda a ambos, dejando una sensación de satisfacción y relajación.

El orgasmo es una gran montaña rusa de emociones y sensaciones. Desde la primera oleada de anticipación hasta el último escalofrío de placer, cada paso del camino es un testimonio del maravilloso diseño del cuerpo humano y su capacidad para el placer.

¿Tu cómo vives un orgasmo?